Novena a San Ildefonso


 Este año como un año más celebramos la novena a San Ildefonso nuestro patrón, durante toda esta semana se ha tenido la novena a San Ildefonso en la misa diaria en la capilla del Santo Cristo como es costumbre y el domingo con gran gozo y alegría celebraremos la fiesta de nuestro patrón. Recordar que el lunes día de nuestro patrón se celebrará también la misa solemne en la capilla a ser día de semana.
Ante la inminente celebración de nuestro patrono el próximo lunes, nos gustaría dar a conocerlo un poco más a través de unos datos sencillos. 
San Ildefonso nació en Toledo, España. Su tío era Eugenio, también de Toledo. Estudió en Sevilla bajo San Isidoro. Entró a la vida monástica y fue elegido abad de Agalia, en el río Tajo, cerca de Toledo.  En el 657 fue elegido arzobispo de esa ciudad. Unificó la liturgia en España; escribió muchas obras importantes, particularmente sobre la Virgen María.
San Ildefonso tenía una profunda devoción a la Inmaculada Concepción XII siglos antes de que se proclamara dogmáticamente. Ella le favoreció con grandes milagros
La noche del 18 de diciembre del 665 San Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María al ir hizo una seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.
Esta aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición. La importancia que adquiere este hecho milagroso sucedido en plena Hispania Ghotorum y transmitido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos ha sido muy grande para Toledo y su catedral. Los árabes, durante la dominación musulmana, al convertirse la Basílica cristiana en Mezquita respetaron escrupulosamente este lugar y la piedra allí situada por tratarse de un espacio sagrado relacionado con la Virgen María a quien se venera en el Corán. Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas medievales que brotaron de la fantasía popular. En la catedral los peregrinos pueden aun venerar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.
Murió hacia el 667.. De los muchos libros que sabemos que escribió, se conservan: el principal de ellos, Sobre la virginidad de María contra tres infieles; otro Sobre el bautismo, continuado en El progreso espiritual por el desierto; y dos cartas dirigidas al obispo de Barcelona. Continuó, con el mismo nombre e intención, la obra de Isidoro Sobre los varones ilustres, en la que 13 de los 14 autores descritos son de Hispania. Se le atribuyen algunos himnos y los formularios de algunas misas.

ORACIÓN

A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios.
Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es madre mi Señor.
Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo
me permitas consagrarme a ti y a Dios,
ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo,
servirte a ti y a tu Señor.

A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas;
 a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios.

Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo.
Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor.

Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!:
creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn;
hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas;
amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor;
 servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti;
 vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando
 y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella
que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.

¡Ojalá yo, siendo  un instrumento dócil en las manos del sumo Dios,
consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud
y vivir sirviéndola continuamente!

Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen;
los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador;
si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella,
tampoco glorificáis como Dios a mi Señor.
No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada
 a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones;
los que no rendís honor a la Madre del Señor
 con la excusa de honrar a Dios su Hijo.

Sin embargo yo,
precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora;
para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella;
para probar que soy siervo de Dios,
busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre;
para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo;
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido,
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey.

Por eso me gozo en mi Señora,
canto mi alegría a la  Madre del Señor,
exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.
Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios
y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,
ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad
por los siglos de los siglos.
Amén.

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